Vivir realmente cuesta y mucho, cuesta dejar malos hábitos y desarrollar otros nuevos y mejores; cuesta atreverse a decir de frente lo que sentimos por los demás. Cuesta ser consistente y congruente en nuestra manera de pensar, decir y actuar. Cuesta ser proactivo; no solamente en nuestro trabajo sino en nuestra vida personal, cuesta y mucho aferrarse a nuevas ideas e insistir con PASION para llevarlas a cabo. Cuesta reinventarnos, cuesta tener el hábito constante de la disciplina y disfrutar a más no poder el tiempo en familia. Cuesta creer que el mundo será mejor mañana y mucho más nos cuesta entender que solo cada uno de nosotros somos los responsables de generar el cambio. La vida cuesta y mucho, pero en la medida en que paguemos el precio apreciaremos realmente el valor de estar vivos.
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